Viernes, 28 de Julio de 2006
De todos los días que teníamos planificados con su respetiva ruta, quizás este era el único que sí debíamos seguir estrictamente y todo ello debido a la visita al Louvre. Cuando uno viaja a lo pobre, cada pequeño descuento es importante y visitar el Louvre gratis es uno de ellos (Los viernes a partir de las 6pm la entrada es gratis a menores de 26 y el museo está abierto hasta las 10pm). Pero vamos a lo que interesa.
Amaneció caluroso y desayunamos Pain Chocolate, para no variar. Nos dirigimos desde bien temprano a La Madeleine, abre a eso de las 7:30. Lo más que asombra al que se encuentra casualmente con este edificio, aparte de que es gratis, es que haya una iglesia católica en un edificio con forma de templo griego. Por dentro no es particularmente especial, pero sentarse por fuera a esas horas de la mañana nos dio una especial relajación para comenzar el día. Y así es que fuimos caminando hasta la Opera Garnier.
Visitar el edificio de la ópera por dentro no es algo especialmente caro y la verdad es que merece la pena en todos los sentidos. Ésta y el Museo Orsay creo que son de las visitas que más me gustaron del viaje, me sorprendieron muy gratamente.
El edificio es inmenso aunque solo se puede visitar una pequeña parte. Todos los salones y galerías están hermosamente adornados dándole ese toque fantasmal y en ocasiones siniestro que cuentan las historias.
Después de una distendida visita por la Ópera cruzamos la calle y fuimos a ver las conocidas Galerías Lafayette. Incluimos este sitio en nuestra visita por dos motivos (tres para los adictos a las compras). En primer lugar, todo el comercio (muy del estilo Corte Inglés) gira en torno a un hall central en el que se erige una espectacular cúpula de cristales de colores como si de una lámpara tiffany se tratase.
Y en segundo lugar, si subes a la terraza en la última planta puedes disfrutar de una de las típicas vistas parisinas y además de poder ver desde arriba la inmensidad de la Ópera. Por si nada de esto te convence siempre te quedan las compras. Laffayete es quizás un buen sitio para comprar algún que otro souvenir.
Aprovechamos que el comercio tiene algún que otro restaurante para degustar la típica comida francesa, es decir, el McDonalds. Íbamos bien de tiempo así que después de comer fuimos hasta el Louvre y dimos una vuelta por los alrededores. Sin moverse mucho del sitio, junto al Louvre se puede ver el Palais Royal (que no se puede visitar), el Arco del Triunfo del Carrousel, los Jardines de las Tullerías y la galería comercial del Louvre (también llamada Carrousel). Nosotros como somos muy vagos y había que coger fuerzas para las galerías del museo optamos por no desplazarnos en exceso y tirarnos a la sombra de un seto en los jardines.
A las 6pm comenzó el I Medio Maratón del Louvre (primera y última edición del evento). El museo es INMENSO y nosotros teníamos 4 horas y dos pies cansados para recorrerlo. Peeero, para aquellos que quieren probar la experiencia les diré que no es imposible, nosotros lo hicimos en tres. Obviamente si eres amante del arte, la escultura y las antigüedades no le dediques un día sino dos (o más).
Decir que el Louvre es enorme o inmenso es quedarme corta, todavía no he conocido museo que se le acerque en magnitud. La ventaja principal de esto es que los pasillos son verdaderamente anchos, no hace ni frío ni calor (no como en el British Museum que te asas) y tiene asientos mulliditos 😛
Empezaba a oscurecer y como era nuestro último día en París no quería dejar pasar la oportunidad de que Moe conociera Pompidou. La verdad es que fue un poco decepcionante y no encontré lo que esperaba. Mi idea no era ver la galería de arte moderno ni subir a la terraza porque era muy tarde. Para mi lo más llamativo aparte de la arquitectura del Centro Pompidou es la plaza situada frente a él. En ella se suele reunir gente de lo más variopinta, caricaturistas, músicos, actores callejeros… Te sientas en el suelo y no puedes parar de mirar hacia los lados y disfrutar del ambiente. Tenía un grato recuerdo de mi visita hace diez años sin embargo por algún motivo que aún no comprendo cuando llegamos la plaza estaba vacía, imagino que ya era muy tarde. De hecho no recomiendo la zona de noche, da un poco de “respeto”. Esa noche tiramos la casa por la ventana y cenamos allí en un Pizza Hut.
Al día siguiente nuestro vuelo salía al mediodía de modo que aprovechamos la mañana para comprar unos patés en un pequeño mercadillo de comida que hacen los sábados junto al hotel y luego salimos hacia el aeropuerto con suficiente antelación para perdernos 🙂
-FIN-