Posts Tagged ‘Paris en 3 días’

h1

72 horas en París (Parte V)

febrero 13, 2008

Viernes, 28 de Julio de 2006

De todos los días que teníamos planificados con su respetiva ruta, quizás este era el único que sí debíamos seguir estrictamente y todo ello debido a la visita al Louvre. Cuando uno viaja a lo pobre, cada pequeño descuento es importante y visitar el Louvre gratis es uno de ellos (Los viernes a partir de las 6pm la entrada es gratis a menores de 26 y el museo está abierto hasta las 10pm). Pero vamos a lo que interesa.

Amaneció caluroso y desayunamos Pain Chocolate, para no variar. Nos dirigimos desde bien temprano a La Madeleine, abre a eso de las 7:30. Lo más que asombra al que se encuentra casualmente con este edificio, aparte de que es gratis, es que haya una iglesia católica en un edificio con forma de templo griego. Por dentro no es particularmente especial, pero sentarse por fuera a esas horas de la mañana nos dio una especial relajación para comenzar el día. Y así es que fuimos caminando hasta la Opera Garnier.

Visitar el edificio de la ópera por dentro no es algo especialmente caro y la verdad es que merece la pena en todos los sentidos. Ésta y el Museo Orsay creo que son de las visitas que más me gustaron del viaje, me sorprendieron muy gratamente.

El edificio es inmenso aunque solo se puede visitar una pequeña parte. Todos los salones y galerías están hermosamente adornados dándole ese toque fantasmal y en ocasiones siniestro que cuentan las historias.

Opera Garnier

Después de una distendida visita por la Ópera cruzamos la calle y fuimos a ver las conocidas Galerías Lafayette. Incluimos este sitio en nuestra visita por dos motivos (tres para los adictos a las compras). En primer lugar, todo el comercio (muy del estilo Corte Inglés) gira en torno a un hall central en el que se erige una espectacular cúpula de cristales de colores como si de una lámpara tiffany se tratase.

Laffayete

Y en segundo lugar, si subes a la terraza en la última planta puedes disfrutar de una de las típicas vistas parisinas y además de poder ver desde arriba la inmensidad de la Ópera. Por si nada de esto te convence siempre te quedan las compras. Laffayete es quizás un buen sitio para comprar algún que otro souvenir.

Terraza Laffayete

Aprovechamos que el comercio tiene algún que otro restaurante para degustar la típica comida francesa, es decir, el McDonalds. Íbamos bien de tiempo así que después de comer fuimos hasta el Louvre y dimos una vuelta por los alrededores. Sin moverse mucho del sitio, junto al Louvre se puede ver el Palais Royal (que no se puede visitar), el Arco del Triunfo del Carrousel, los Jardines de las Tullerías y la galería comercial del Louvre (también llamada Carrousel). Nosotros como somos muy vagos y había que coger fuerzas para las galerías del museo optamos por no desplazarnos en exceso y tirarnos a la sombra de un seto en los jardines.

Louvre

A las 6pm comenzó el I Medio Maratón del Louvre (primera y última edición del evento). El museo es INMENSO y nosotros teníamos 4 horas y dos pies cansados para recorrerlo. Peeero, para aquellos que quieren probar la experiencia les diré que no es imposible, nosotros lo hicimos en tres. Obviamente si eres amante del arte, la escultura y las antigüedades no le dediques un día sino dos (o más).

Escultura

Decir que el Louvre es enorme o inmenso es quedarme corta, todavía no he conocido museo que se le acerque en magnitud. La ventaja principal de esto es que los pasillos son verdaderamente anchos, no hace ni frío ni calor (no como en el British Museum que te asas) y tiene asientos mulliditos 😛

Galer�a del ALouvre

Empezaba a oscurecer y como era nuestro último día en París no quería dejar pasar la oportunidad de que Moe conociera Pompidou. La verdad es que fue un poco decepcionante y no encontré lo que esperaba. Mi idea no era ver la galería de arte moderno ni subir a la terraza porque era muy tarde. Para mi lo más llamativo aparte de la arquitectura del Centro Pompidou es la plaza situada frente a él. En ella se suele reunir gente de lo más variopinta, caricaturistas, músicos, actores callejeros… Te sientas en el suelo y no puedes parar de mirar hacia los lados y disfrutar del ambiente. Tenía un grato recuerdo de mi visita hace diez años sin embargo por algún motivo que aún no comprendo cuando llegamos la plaza estaba vacía, imagino que ya era muy tarde. De hecho no recomiendo la zona de noche, da un poco de “respeto”. Esa noche tiramos la casa por la ventana y cenamos allí en un Pizza Hut.

Al día siguiente nuestro vuelo salía al mediodía de modo que aprovechamos la mañana para comprar unos patés en un pequeño mercadillo de comida que hacen los sábados junto al hotel y luego salimos hacia el aeropuerto con suficiente antelación para perdernos 🙂

-FIN-

h1

72 horas en París (Parte IV)

febrero 1, 2008

Jueves, 27 de Julio de 2006

Después de la tormentosa noche, amaneció el día algo nublado pero no menos caluroso. Fuimos a pie hasta el Panteón para verlo por fuera. No teníamos especial interés en visitarlo por dentro aunque no dudo de que sea espectacular, solo las columnas dejan a uno pequeño.

Pantheon

Por allí desayunamos unos bocadillos y bajamos por una calle comercial hasta la boca de metro que nos llevó hasta la Sainte-Chapelle. No hay palabras para describir este sitio, es… hermoso, espectacular, increíble…. Te sientas en una silla y te paras a contemplar sus vidrieras. Al cabo de un rato te das cuenta de que tienes la boca abierta. No pongo foto porque aparte de no hacerle justicia hay que tener buena cámara para sacar fotos con tan poca luz, y desde luego no era mi caso.

Cuando conseguimos cerrar la boca, fuimos caminando hasta Notre Dame. La verdad es que es espectacular pero la Sainte-Chapelle aunque más pequeña no tiene nada que envidiarle. Nuestra visita a Notre Damme coincidió con la hora de misa, así que vimos la catedral en pleno oficio. Después tuvimos la genial idea de subir a las torres. Aviso para viajeros: la cola para subir a las torres en un lateral por fuera de la catedral y es larguíiiiisima.

Si algo abunda en Paris son las vistas desde lo alto, hay cantidad de sitios con ascensor para subir, pero nosotros nos empeñamos en subir los 387 escalones de las torres de Notre Damme. Eso si, abstenerse aquellos asmáticos que padezcan de vértigo. Yo llegué medio muerta arriba y encima casi me da un yuyu al comprobar la altura desde la que cuelgan las simpáticas gárgolas de la torre.

De cualquier modo, el ascenso merece la pena. Te haces unas cuantas fotos haciendo el gárgola. Miras lo chiquititos que son los que están allá abajo, pasas un vértigo de miedo y todo por el módico precio de 4,80€.

Notire Dame

Cuando por fin puse los pies en tierra era la hora de comer, así que buscamos un sitio económico por los alrededores (cosa difícil) y comimos. Después de un pequeño descanso, subimos al Batobus aprovechando el ticket que habíamos comprado la noche anterior, y nos hicimos el recorrido casi completo. Esta vez disfrutamos más del viaje a pleno día y con un tiempo notablemente mejor.

Batobus

Al finalizar el trayecto cogimos nuevamente el metro hasta el lugar más próximo a Sacre Cour. Hay que decir que esa zona de París no es del todo aconsejable, no es un buen ambiente, pero a plena luz del día y con cientos de turistas se puede transitar con más o menos comodidad.

Llegar al Sacre Cour es todo cuesta arriba ya que está en lo alto de una colina, por suerte la parte más dura del ascenso (los 237 escalones) la hicimos en funicular con la Carte Orange. Muchos recordarán este sitio por la película Amelie, yo no, pero es gratis si eso os motiva más. La verdad es que la basílica es bonita y las vistas, como siempre, preciosas.

Sacre Cour

Después de pasar un rato allí sentados entre el gentío, no quisimos esperar a que oscureciese demasiado, y aprovechando el paseo por el barrio de Monmartre fuimos hasta el famoso Moulin Rouge. Obviamente no entramos porque es más allá de lo caro, pero sí nos sacamos la foto de rigor delante del conocido molino.

Esa noche a la vuelta volvimos a cenar en el Subway de la noche anterior y descubrí las maravillosas Double Chocolate Cookie (diosss que buenas están).

h1

72 horas en París (Parte III)

enero 31, 2008

Miércoles, 26 de Julio de 2006

Nos levantamos temprano después de una noche de duerme vela. En la habitación hace calor y mucho ruido. Salimos caminando en busca del desayuno y la boca de metro que nos llevaría al Museo Orsay. Vamos caminando junto al Sena con Notre Dame imponente al otro lado del río. Desayunamos en la calle, con un delicioso Pain Chocolate recién hecho y una botella de agua fresquita. Mientras, descubrimos que nuestra parada de RER está en obras y la compañía ha puesto una guagua gratuita que cubre las paradas. Así que nos subimos a la guagua y llegamos al Museo Orsay a eso de las 10:00. Las guías de viaje recomiendan llegar temprano por las colas, ya había cola cuando llegamos pero no era algo desesperante. Va más o menos ligera, pasas el arco de seguridad y compras tu entrada (5,50€ para menores de 25, con el D.N.I. vas que te matas). Creo que en este viaje, lo que más me gustó de Paris fue el Museo Orsay. Me impresionó en todos los sentidos. Normalmente cuando viajo me gusta más ver edificios que parques, y admirar la arquitectura. Tampoco soy amante del arte, no entiendo nada de pintura pero en el Orsay están precisamente los pocos que me gustan. Ver algunos de aquellos cuadros en persona no tiene desperdicio. El que más me impactó fue Bal du moulin de la Galette de Renoir. Nunca ha sido un cuadro que me llame especialmente la atención, pero para mi verlo en persona fue empezar a comprender porqué algunas siguen con pasión este arte.

Museo Orsay

Hay infinidad de cuadros maravillosos que ver en el Museo Orsay y nosotros le dedicamos toda la mañana. De ahí nos fuimos en metro a la iglesia de Saint Sulpice. No es nada espectacular comparado con el resto de Paris, pero es de esas pocas cosas gratis. Pensábamos almorzar en un comedor universitario por la zona, que dicen que son baratos, pero descubrimos que la mayoría cierran en verano (que ilusos somos). Así que cogimos comida para llevar en un chino de la Rue de Vaugirard y nos sentamos en el Parque de Luxemburgo. (Nota: No está permitido sentarse en el césped)

Los pies empezaban a resentirse, así que la parada para comer fue más que gratificante. De allí fuimos en metro hasta el Hotel des Invalides donde se encuentra la tumba de Napoleón. No entramos ni al museo de la armería ni a la tumba de Napoleón (por aquello de ahorrar un poco). Pero si pudimos contemplar la inmensidad de este edificio barroco y desde dentro, en el patio, se ve allá arriba la cúpula dorada que mandó construir el Rey Sol.

Como aún nos quedaba mucho por caminar y hacía un calor terrible, volvimos a coger el metro hasta el obelisco de la Plaza de la Concordia. Ese día la fuente junto al obelisco restó total importancia a este monumento. Allí estábamos, con más de treinta grados y el agua fresquita por los tobillos.

Plaza de la Concordia

La plaza de la Concordia está al comienzo de los Campos Eliseos. Bajo la sombrita de los árboles empezamos a subir esa ENORME avenida a pie. (Nota: En la foto, las grandes dimensiones del Arco del Triunfo pueden llevar a engaño. En realidad está muy muy muy lejos). La primera parte de los campos Eliseos son como jardines muy bonitos, como todos los de Paris. La segunda ya es más bien ambiente de tiendas.

Campos Eliseos

Como nuestro camino era largo así que fuimos haciendo algunas paradas para aprovecharnos del aire acondicionado de los locales. Primero paramos en una perfumería, jamás imaginé que pudiese haber perfumerías tan grandes. De hecho, mis pies ni siquiera fueron capaces de llevarme hasta el fondo de la tienda. Después paramos en un McDonalds (de nuevo, la opción barata) a comer pero sobretodo a descansar los pies. Y ya casi llegando al Arco del Triunfo nos encontramos con una exposición de coches Peugeot.

Y por fin llegamos al Arco del Triunfo. Uno no puede hacerse a una idea de sus dimensiones hasta estar debajo de él y no porque ya lo hayas visto te deja de impresionar. Yo había estado en Paris hace unos 10 años o más y no me dejó indiferente. Ahora al volver a estar allí, nuevamente me dejó con la boca abierta. A veces no termino de entender porqué a día de hoy con más medios técnicos no logramos hacer cosas tan hermosas y duraderas.

Una vez allí, tuvimos el honor de estar presentes para la ceremonia que se hace cada día a las 18:30 al soldado desconocido. Personalmente me pareció un poco paripé, pero bueno, habrá a quien le guste.

Arco del triunfo

Del Arco del Triunfo fuimos en metro a la Torre Eiffel. A estas alturas supongo que empezarán a comprender lo importante que fue el metro tanto para nosotros como para cualquiera que visite Paris por su cuenta. La verdad es que las líneas funcionan estupendamente, hay muchas paradas así que siempre tendrás el metro cerca. Los parisinos están tan orgullosos de su servicio de transporte que encontrarás los planos de metro en postales, camisetas y hasta calzoncillos. Es asombroso.

Cuando llegamos a la Torre Eiffel ya había tenido suficientes emociones por un día, así que subir hasta la segunda planta para mi era más que suficiente (por si alguien no lo sabe, me dan miedo las alturas). Las vistas desde la torre son impresionantes, y más en un día despejado como el que por suerte nos tocó. Queríamos quedarnos hasta que se iluminara ya de noche pero ya casi eran las 9 y el sol parecía que no quería irse a dormir.

Torre Eiffel

Junto a la Torre Eiffel hay una parada de Batobus. Según habíamos mirado, de todos los barcos que van por el Sena este era el más barato, así que montamos en el último de aquel día. Compramos un ticket de dos días ya que la diferencia con el de un día era de apenas un euro, por lo que al final nos vino costando 8 euros con la Carte Orange.

A medida que el barco avanzaba se iba oscureciendo y también aumentaba el viento. Pronto nos dimos cuenta que no era efecto de la velocidad del barco, un resplandor iluminó el cielo a lo lejos. Para cuando desembarcamos en Notre Damme, el viento ya movía fuertemente los árboles y algunas gotas de lluvia se dejaban notar.

Entramos en un Subway a comprar la cena para llevarla al hotel con la esperanza de que la lluvia amainara. Nada más lejos de la realidad, con las bolsas de comida en las manos salimos corriendo al hotel. El palo de agua que nos cayó aquella noche fue tremendo. Los truenos, las curvas de las calles llenas de agua, nosotros en pantalón corto y sandalias (yo por suerte llevaba tenis) y la lluvia que apenas nos dejaba ver por donde íbamos corriendo.

Dábamos pena cuando llegamos al hotel mojados como gatos. Pero cenamos y dormimos, por fin con algo de fresquito entrando por la ventana. Los truenos no cesaron en toda la noche.

h1

72 horas en París (Parte II)

enero 29, 2008

Martes, 25 de Julio de 2006 – Llegada a París

Salimos a las 7:30 de la mañana con destino Madrid, ya contaba con los retrasos y este de media hora tarde no es una novedad. Finalmente salimos a las 8:00 y el piloto pisando ligeramente el acelerador recortó algo de tiempo. Una vez recogidas las maletas cargamos con ellas del terminal 2 al 1 para facturar con Easyjet. Hay tiempo de sobra, nuestro vuelo sale a las 16:40. Todo parece ir bien y llegamos al aeropuerto Orly a eso de las 18:45. A estas compañías siempre las mandan al culo del terminal, así que no te extrañes si al llegar a Paris tienes que caminar un cuarto de hora para llegar a la cinta de las maletas. Pero bueno, tuvimos suerte, nadie nos las ha perdido. Salimos de la recogida de equipajes en busca del Orlybus. En Paris todo está estupendamente señalizado, compramos nuestro ticket de 6 euros que nos llevó del aeropuerto a la estación de RER (cercanías) Denfert Rochereau. Era la opción más económica, así que nos sentamos tranquilamente a esperar la última parada.

Era martes, de modo que aún teníamos la opción de comprar una Carte Orange. La Carte Orange es un ticket de metro-bus-rer que dura una semana y para el que eliges la zona en la que te vas a mover. Nosotros compramos para la zona 1-2 y nos costó 16€, realmente se amortizan, el metro en Paris es imprescindible. Cuando llegamos a la estación no teníamos ni idea de como pedir la Carte Orange y encima nos encontramos con el impedimento de la que mujer de la taquilla era una borde y antipática. Yo le dije como pude Carte Orange y le señalé un cartelito que tenía por allí. Ella me soltó una cartulina sin más explicación. Bueno pues yo explico, la Carte Orange es como un carnet donde rellenas los datos y pegas una foto (Denfert Rochereau debe ser la única estación sin fotomatón, así que mejor no olvidarla). Luego vas a una máquina expendedora, donde por suerte puedes elegir el idioma español, y sacas tu ticket para toda la semana. ¡NO LO TIRES! El pobre Moe, tan perdido como yo en el asunto, estuvo a punto de tirarlo.

Después de coger el RER y el metro llegamos por fin a la parada más cercana al hotel. La calle del hotel estaba justo al lado de nosotros pero estábamos tan desorientados que dimos vueltas en la plaza durante 10 minutos. Por fin llegamos y respiramos con más calma al saber que no dormiríamos debajo de un puente. La reserva había sido hecha correctamente, así que subimos a la habitación y por fin soltamos las maletas. Llegar había sido toda una aventura.

Ya era tarde así que cenamos los bocadillos que nos habían sobrado del viaje y empezamos a experimentar lo cara que era el agua en Paris. Aquello era solo el comienzo.

h1

72 horas en Paris (Parte I) (Organizando el Viaje)

enero 28, 2008

Bueno pues con la sana intención de ayudar a todos aquellos a los que les gusta viajar, he decidido postear aquí los pormenores de nuestro viaje a Paris realizado en Julio de 2006.

Fue uno de esos viajes organizado por nosotros, prácticamente todo a través de internet. Hicimos la reserva con unos dos meses y medio de antelación y nos salió bastante económico. Todo lo económico que se pueda esperar de una ciudad como Paris.

Lo primero fue la larga búsqueda de billetes baratos y alojamiento (sobretodo esto último). Al final optamos por ir Tenerife-Madrid con Spanair y luego ir Madrid-Paris(Orly) con Easyjet y lo mismo para la vuelta. En total los billetes nos costaron unos 217€ ida y vuelta por persona.

El alojamiento era otro cantar, en Paris todo es caro y el alojamiento no es una excepción. Puedes quedarte en hoteles buenos a precios aceptables a las afueras de la ciudad, sin embargo el gasto en tiempo y dinero de transporte no compensa. Yo no recomiendo a nadie quedarse en esos maravillosos hoteles que hay cerca del aeropuerto salvo que estés de paso y no vayas a ver Paris. En definitiva, después de muchos días buscando y rebuscando encontramos un hotel muy cerquita del Panteón y Notre Damme. No buscábamos grandes prestaciones sino un sitio limpio y una cama porque íbamos a pasar el día entero fuera. El resultado fue el Hotel du Commerce. Las fotos de la web evidentemente engañan, las proporciones son mucho más reducidas de lo que ahí aparentan por no hablar de la estructura del edificio en general. La verdad es que el sitio es de risa, las escaleras de madera parece que las hubiera hecho el mismo arquitecto que las escaleras de las Torres de Notre Damme. Y el carpintero que hizo las puertas de las habitaciones merece un premio, ni yo lo hubiera hecho tan mal.

Reservamos a través de la web la habitación más barata a 39€ la noche, eso significaba que teníamos que ir al WC que había en cada planta y ducharnos en las únicas dos duchas que había en el saloncito de la recepción. (Nota: las duchas salían 2€ por día y por persona si las pagabas todas juntas al llegar o 2€ por ducha y por persona si las pagabas según te fuese viniendo en ganas el ducharte o no (esto último es un concepto muy inglés). Personalmente esto de tener la ducha en la planta de abajo y esperar alguna que otra vez la cola para ducharse lo considero un inconveniente, pero una vez que te acostumbras te da igual, y si eres una persona extrovertida incluso acabas conociendo gente. Por cierto, que a pesar de que las duchas tenían bastante trasiego estaban muy limpias.

El hotel (que yo lo llamaría albergue), disponía además de una pequeña cocina con microondas y una nevera donde podías dejar las cosas (la nevera está siempre a tope y las cosas no están etiquetadas, allí cada uno sabe lo que es lo suyo). Es frecuente encontrarte a la gente desayunando o cenando en la mini cocina-comedor.

Realmente la reserva del hotel por internet fue la parte más tenebrosa del viaje. Pero tuvimos que confiar en el buen hacer del sistema de reservas. Lo curioso es que el sistema jamás nos cobró los 5 euros por gestión de servicio. Pero bueno, a nuestra llegada todo estaba correctamente y teníamos bien hecha la reserva de nuestra calurosa habitación con vistas a la ruidosa calle.

Nada más llegar a Paris (por fin, después de un largo viaje en avión), nos dimos cuenta de que la ciudad no esta preparada en absoluto para una ola de calor como la de este verano. En los vagones de metro podías morir asfixiado, si alguien osa quejarse de los vagones de Madrid es que jamás ha estado en Paris en plena ola de calor. Allí el aire es solo algo que una vez estuvo en tu imaginación. Pero bueno, todo esto viene a cuenta de que nuestra habitación era terriblemente calurosa, lo cual en el clima habitual de Paris está genial pero en nuestro caso fue un infierno. Teníamos que dormir con las ventanas abiertas, pero haciendo eso se metía todo el ruido de la calle porque nuestra ventana además estaba casi a nivel de calle. Di gracias a mi padre una y mil veces aquella noche por haberme dado dos pares de tapones para los oídos cinco minutos antes de salir hacia el aeropuerto aquella mañana.